viernes, 25 de enero de 2013

TEXTOS PARA TRABAJOS


La vida en Santo Domingo en el siglo XIX



“El dominicano, -dice el doctor Francisco Henriquez y Carvajal, describiendo la vida de fines del siglo XIX, - se abandona a la dulce vida soñolienta, por desgracia no soñadora, de los que no sienten el poderoso estímulo de las necesidades... ¿Qué le importa a él el estado rudimentario de organización social y económica en que vive? Tiene la vista sobre sus campos, contempla la llanura o las montañas, respira el fresco ambiente de su región paradisíaca, sabe que allí hay un arroyo cristalino en donde bebe y se baña deliciosamente, que la tierra pródiga sin esfuerzos le rinde el alimento sabroso, que sus animales de crianza viven y se reproducen sin costarle pena; ¿pues qué más? Y así pasan las horas y los días en delicioso giro, sin quebrantos y sin tormento”.



Aquella sociedad tenía caracteres patriarcales, no sólo por su tranquilidad, sino porque las familias se agrupaban numerosas en torno de un jefe. Bajo el “pater familias” vivían, no sólo sus descendientes inmediatos, sino toda especie de parientes en grados diversos, toda una “clientela”, como se decía en Roma, de agregados, o, como les llama el pueblo, “arrimados”, a la cual se sumaba la servidumbre numerosa. Abundaban las casas donde los habitantes normales eran entre veinte y treinta personas.



La vida en aquellas condiciones puede aparecer poco interesante para un hombre del siglo XX, acostumbrado a movimiento y tráfago. Pero en aquella tranquilidad, en aquella somnolencia, se gozaba de larga felicidad. Había, además, extraordinaria honradez: el país nunca ha conocido bandidos y hasta hoy es costumbre viajar sin tomar precauciones. El novelista Francisco Gregorio Billini ha descrito esta felicidad en su “Engracia y Antoñita” donde pinta su Arcadia natal, el pueblo de Baní.



Había pocas pretensiones sociales. Aunque entre los hombres que fundaron familias en los orígenes de la colonia hubo buen número que provenían de solares ilustres o por lo menos hidalgos (Heredia, Mendoza, Guzmán, Del Monte, Oviedo y otros tnatos), la gradual nivelación de la riqueza, unida al fondo democrático del espíritu español, fue borrando las grandes diferencias. En cuestión de raza, no hay los fuertes prejuicios que reforzó en Cuba la persistente importación de esclavos en el siglo XIX: el prejuicio es, pudiéramos decir, estético. La era colonial, que tuvo dos Universidades y otras instituciones de cultura, dejó una gran reverencia por la actividad intelectual. Todavía recuerdo como en mi infancia veía huellas del antiguo “criterio de autoridad” en materias intelectuales, y recuerdo hacia que años empiezo a notar la aparición del espíritu irreverente, general hoy en el mundo, que nos ha entregado a la abierta “lucha de competidores” en el orden de la cultura como en el orden económico.



La única nube que turbaba la felicidad patriarcal eran, en el siglo XIX, las revoluciones. Como en toda América Latina, una parte del elemento político y militar estuvo a punto de hacer naufragar allí la civilización. Como en toda la América Latina, tiranos y revolucionarios estuvieron a punto de “descivilizar” el país, cuya vida normal sólo persistía a través de los esfuerzos del núcleo de productores sufridos y persistentes, de las mujeres, heroicas sostenedoras del hogar desatendido por el “hombre superior” (a quién tenían que mantener ellas, con trabajos modestos, cuando faltaba el puesto político), y del grupo de los iluminados, de los desinteresados que a veces lograban intervenir en el gobierno y que siempre difundían luz a través de la enseñanza.



Ahora, aquella sociedad está transformándose, después de una compleja crisis que se extiende de 1899 a 1916; la que hoy, la ley que impera es la ley del siglo XX, la que pide a todo habitante de la tierra su porción de trabajo, su parcela de actividad.



Pedro Henríquez Ureña (Dominicano)



 
 
 
 
¿Por qué desaparecieron los dinosaurios?



Durante ciento cincuenta millones de años, las criaturas más difundidas de la Tierra fueron grandes reptiles, llamados dinosaurios. Tiempo después, hace unos sesenta millones de años, se extinguieron todas esas criaturas. No de la noche a la mañana, pero sí en un tiempo bastante breve: digamos en un millón de años.



Acerca de esta extinción, se han hecho diversas conjeturas... pero sólo eso, conjeturas. A ciencia cierta, nadie lo sabe.



Hay quien piensa que se debió a un cambio de clima. Pero es dificil creer que no quedaran regiones de clima apropiado. Otros sugieren que, quizás, los mamíferos primitivos empezaron a alimentarse de los huevos de dinosaurio, y acabaron así con ellos...



Otra posibilidad es que los dinosaurios empezaran a experimentar mutaciones. Como la mayoría de las mutaciones son para mal, es posible que el excesivo número de dinosaurios mutantes trajese consigo la extinción de la especie. Una de las causas de las mutaciones es la radiación energética. La Tierra es constantemente bombardeada con rayos cósmicos que podrían ser la causa de las mutaciones que aparecen en los organismos hoy día. K.D. Terry, de la Universidad de Kansas, y W.H. Tucker, de la Universidad de Rice han señalado que si explotase una supernova, más o menos cercana al Sistema Solar, la Tierra podría verse inundada de rayos cósmicos. Calcularon que cada diez millones de ñaos puede suceder esto. Pudo suceder que, hace setenta millones ocurriera esto y que una mutación hiciera que los huevos fueran de cáscara mucho más gruesa y resultara para éstos más difícil romper el cascarón, reduciendo la tasa de su natalidad.

















































Isaac Asimov (ruso)







La Halitosis: Un problema que se puede resolver”



La halitosis puede ocasionar el rechazo de las demás personas y te puede llevar al aislamiento. Muchas veces, un buen cepillado de los dientes y el uso del hilo dental te ayudarán a mantener una boca sana. Recuerda que tus dientes y tu boca son herramientas muy valiosas que debes cuidar. Lee este artículo que te ofrece Listín 2000 para que estés más informado al respecto.



Se dice que la boca es el ambiente ideal para la reproducción de las bacterias causantes del mal olor y que en ella se alojan más de trescientas especies cuya principal alimentación son los desechos alimenticios que se quedan en tu boca.



La actividad bacteriana genera gases malolientes, en un proceso similar al de la descomposición de la basura. En la mayoría de los casos, el mal aliento o halitosis se origina en la propia boca como resultado de la producción microbiana. Sí no se toman las medidas necesarias, entonces se producen las famosas caries dentales y muchas veces enfermedades en las encías.



































































Dulce Elvira de los Santos (Dominicana)

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