martes, 13 de octubre de 2015

TEXTO NUEVO PARA OCTAVO


LEE EL TEXTO, SUBRAYA LAS PALABRAS CLAVES, ESCRIBE UNA ORACIÓN CON CADA UNA E IDENTIFICA SUS COMPONENTES:
LOS MANGOS BAJITOS


Dice don Martín Garata,
persona de alto rango,
que le gusta mucho el mango
porque es una fruta grata.
Pero treparse en la mata
y verse en los cogollitos,
y en aprietos infinitos...
como eso es tan peligroso,
él encuentra más sabroso
coger los mangos bajitos.
Don Martín dice también
que le gusta la castaña
pero cuando mano extraña
la saca de la sartén,
y que se la pelen bien
con todos los requisitos;
pero arderse los deditos
metiéndolos en la flama,
eso sí que no se llama
coger los mangos bajitos.
Por eso la suerte ingrata
de la Patria no mejora
porque muchos son ahora
como don Martín Garata.
Que quieren meterse en plata
ganando cuartos mansitos
con monopolios bonitos,
con chivos o contrabando,
o así, de cuenta de mando,
coger los mangos bajitos.
Cuando hay revolución
maña es la más antigua,
despachar a la manigua,
de brutos a una porción.
Que al mandarlos algún don,
ya se marchan derechitos,
y los dones quietecitos
cada cual queda en su casa,
para cuando todo pasa,
coger los mangos bajitos.
 
Cuando el toro está plantado
se verán miles toreros,
allí en los burladeros
con el pitirrio apretado.
Cuando el toro otro ha matado
al punto salen toditos,
echando vivas a gritos
y a empuñar buenos empleos,
que son todos sus deseos
coger los mangos bajitos.
Dejen ya la maña vieja
de mandar al monte gente,
para tumbar presidente
sin dar motivos de queja;
que la prudencia aconseja,
que vivamos tranquilitos,
como buenos hermanitos
que mucha sangre ha costado
y la ruina del Estado
coger los mangos bajitos.
Y que vean lo que ha costado
la tumba de dos poderes,
que han muerto miles de seres
que la tierra se ha tragado.
¡Cuántas viudas no han quedado,
y huérfanos infinitos!
¡Cuántas miserias y gritos!
¡Y cuánta sangre correr!...
por unos cuantos querer
coger los mangos bajitos.
Ahora lo que han de hacer
echarlo todo al olvido,
y al Presidente elegido
ayudarlo a sostener.
Y evitar que vuelva a haber
más viudas y huerfanitos,
más crímenes y delitos
Y lárguense a trabajar,
los que quieren, SIN SUDAR,
coger los mangos bajitos
¡Viva la paz! ¡Viva la unión!
¡Y abajo los cogedores de mangos bajitos!
Allé, allé, a buscar qué hacer,
y dejen al país tranquilo.


Juan Antonio Alix (Dominicano)

TEXTOS NUEVOS PARA SÉPTIMO


Lee los textos y luego completa el cuadro

EL CENTAVO

Sequía, el avaro, no perdió dos minutos en dirigirse a su casa para guardar el último centavo que le cobró sin escrúpulos a uno de sus pobres inquilinos.

 

El usurero era frío. Su silencio era cruel. Su casa solo tenía un ruído: el oro de Sequía y una muda biografía: aquel centavo.

 

Pero Sequía inquietóse…Iba a ver el centavo diariamente. Y una mañana se despertó sorprendido: encontró que la moneda tenía el doble de su tamaño. Poco tiempo después, el centavo ya no cabía en las manos ni en la caja de hierro de su dueño.

 

Pero, ¿a quién comunicarle un hecho tan útil, tan valioso? Su dueño pensaba que aquello podría ser su gran mina de hierro.

 

Sin embargo, fue inútil el silencio de Sequía. El centavo, en un rápido y extraño crecimiento, cubría ya la habitación de su amo, amenazando rajar y derrumbar las paredes de la casa. Desesperado, Sequía hacía astillas su silencio, y como un agua sin cauce, sale su grito en busca de caminos…

 

La calle hecha ojos, rodea al avaro, rodea su casa. En tanto, el centavo, en una desenfrenada hinchazón, derriba el caserón, y de súbito, invade el pueblo.

 

Mas los picapedreros, las dinamitas…Todo ha resultado inútil; pues donde al centavo se le quita un pedazo, crece inmediatamente renovando lo perdido.

 

La gente huye hacia el campo.

 

Se vuelven de metal calles y plaza. No queda hondonada, ni agujero, ni llanura. El centavo por minutos crece más y más. Ahora, su gran masa de cobre se desplaza hacia los fugitivos; por momentos, da la sensación de que aquellas fuerzas sin límites es un instinto, un impulso premeditado y dirigido, porque el centavo es un huracán de hierro sin piedad…

 

Hombres y bestias huyen a las montañas. Y el mundo comienza a morir bajo aquella extraña mole.

 

Vegetación y agua han desaparecido.

 

De pronto, la poca humanidad que queda en tierra alta ve a Sequía andando sobre la gran moneda. Y con las lágrimas que caían de la gente que estaba en las montañas, Sequía, el avaro, se quitaba la sed.

 

Manuel Del Cabral (Dominicano)

 

 

LA TECNOLOGÍA: EL DIOS DE LA ÉPOCA

 

Nadie puede escapar a su época, aunque se muestre distante con respecto a ella. Comoquiera, el tiempo presente nos marca, nos señala, nos incluye o nos excluye.

 

La tecnología es el tiempo actual y se ha convertido en un fin, en el fin absoluto del momento.

 

Saber tecnología es hoy saber todo. Usarla, es saber usar todo.  Se nos dice, “es la nueva alfabetización”. Al parecer, con un clic, todo estará resuelto.

 

¿Y de nosotros qué? ¿Qué nos queda? Nos queda la tecnología, nos repiten. Esa es la última panacea. El arca de Noé de estos tiempos. Se nos promete que con conocer y manejar la tecnología y el idioma inglés ya estamos a salvo. Ese es el gran currículo de la época.

 

En esas condiciones no es posible avanzar hacia los cambios que hoy se requieren. No es posible construir grandes ideales y valores que den sentido a la humanidad. En lugar de la mira exclusivamente tecnologicista en boga habría que cambiar todo.

 

Ese es el remedio. Sin embargo, ahí llegamos a lo más difícil, a la tarea más improbable. La búsquedad se muerde la cola, como viajando en un callejón sin salida.

 

No sabemos cómo cambiar, porque la idea de cambio también ha fracasado. El cambio es la misma tecnología y por eso, hasta el camino del cambio se nos ha perdido. Hoy cambio es una palabra convencional, hueca, repetida, a la imagen nuestra: somos instrumentos de los aparatos.

 

Por es, los fanáticos de la tecnología esperan el milagro del cambio del nuevo Dios: las TICS. No seríamos ya homo sapiens, sino homo tecnologicus. Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manuel Matos Moquete (Dominicano)

 

 

 

 

 

 

SUSTANTIVOS
ADJETIVOS
VERBOS
ADVERBIOS
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

domingo, 20 de septiembre de 2015

Evocación: Cuatro poemas de distintas reciprocidades


Evocación: Cuatro poemas de distintas reciprocidades

Neustánder M. Espinosa C.

 

 TRAJINAR DEL TIEMPO
 

Desapercibido camina crono

en la recta numérica de la vida,

donde la mañana y la noche

son cara y escudo

de una moneda cíclica.

Simultáneamente

se van sustituyendo.

La luz desaparece

tornando gris claro el gran papel

para darle paso

al nocturno espectáculo.

Las horas marchan

y desfilan los días

en las carreteras de los meses,

reuniéndose cada año

en la plaza centuria…

El tiempo no es el mismo,

se renueva, se transforma

como una incurable enfermedad

en metamorfosis permanente.

 
 

QUIERO SER
 

Quiero ser:

el perfume de tu cuerpo,

la crema de tu piel;

es más, la sangre de tus venas…

Quiero ser:

de ti todo, en todo,

por todo y sobre todo

el pensamiento de tu mente…

Quiero ser:

la combinación de tu cuerpo,

una sola alma

conformada por los dos…

Quiero ser:

contigo,

una sola persona…

Sin dejar de ser tú,

sin dejar de ser yo.

 
 
PENSAMIENTO COTIDIANO
 

Multitudes de veces,

he pensado tocar, tocar y tocar,

no las casas, ni sus puertas…

lo dulce, lo amargo, lo sabroso,

lo triste, lo suave…

Saber reconocer

cada solución

en la espesa tiniebla;

dar con la clave precisa

y las correctas palabras…

 

 

MISERABLE VIDA
 

Engendrado

en espera de la muerte.

Empedernidamente

enamorado de esta

azarosa vida.

 

 

 

 

jueves, 10 de septiembre de 2015

Algunas implicaciones del lenguaje. El lenguaje es innato y/o adquirido


Algunas implicaciones del Lenguaje.-

El Lenguaje como habilidad innata y/o adquirida:

Lic. Neustander M. Espinosa Cuevas, M.A.

El lenguaje, como otros asuntos de la vida, es un punto de discusión entre idealistas y empiristas. Posturas extremas que han existido en el trascurso de toda la historia de la humanidad, en especial en torno a los argumentos filosóficos y sociales. Sin embargo, en cada época asumen formas diferentes y novedosas; pero en el fondo continúan su matiz, su esencia teórica.

            La discusión en torno al lenguaje, entre idealistas y empirista, se basa a si es innato o si es adquirido. Por un lado, unos, los idealistas plantean que los seres humanos nacen con esa capacidad; incluso, asumen éste como un don biológico, genético. En cambio, los otros, empirista, explican el asunto como algo aprendido en el entorno social como cualquier otra habilidad física o natural.

            En ese sentido, Serra; et al (2000:19-21) señalan que la postura “idealista-pragmática” o americana ha extendido su influencia poniendo en primer término la importancia de los aspectos genéticos en el comportamiento, hasta el punto de atribuirles conocimientos lingüísticos. Entre sus exponentes, resaltan a Fodor, en la filosofía y la psicología; y a Chomsky, en la lingüística, quienes parten de argumentos basados en hechos empíricamente demostrados.

            De forma similar, Montoya (2001), explica más detalladamente que en la lingüística, como en otras ciencias del conocimiento humano, existe una disputa entre el empirismo y el nativismo. El nativismo sostiene que la capacidad de ver, oír, pensar y hablar son actos innatos o genéticos. En cambio los empiristas, a la cabeza de los behavioristas o conductistas, están convencidos de que el niño aprende a hablar porque imita a los adultos -sobre todo a la madre- y porque tiene necesidad de manifestar sus necesidades y deseos. Según los empiristas, el niño aprende el idioma de la misma manera que otras destrezas físicas y mentales. Es decir, mediante la llamada "conducta operante", que está determinada por la influencia de factores externos o adquiridos y no así por medio de factores innatos o genéticos.

También, añade él: así como los empiristas están convencidos de que el niño aprende a articular y combinar sonidos, los nativistas y los psicólogos del Gestalt, que rechazan categóricamente la teoría de que el entorno social sea el único factor determinante en el desarrollo idiomático, están convencidos de que el habla es un don biológico con el cual nacen los humanos, y que la experiencia cognitiva es apenas un estímulo para su desarrollo posterior. De ahí que el psicólogo Arnold Gesell, a diferencia de John B. Watson y Brurrhus Skinner, sostiene la concepción de que gran parte del desarrollo lingüístico del individuo está determinado por factores de maduración interna, y no por las simples influencias del entorno social.

Las opiniones de empirista e idealista son los dos extremos en torno al lenguaje. Ejemplos claros de tal asunto son las explicaciones de Jackson y de Chomsky. El primero, citado por Montoya (Op. Cit.), argumenta que cada función realizada por el sistema nervioso es garantizada no por un grupo reducido de células, sino por una complicada jerarquía de niveles de la organización fisiológica del sistema nervioso. En otras palabras, para que la persona pronuncie una palabra no es suficiente con que se activen el grupo de células de la corteza de los hemisferios del cerebro ‘responsable’ de esto. Para él, en la gestación de la palabra participan, según su naturaleza, estructura ‘profundidad de yacimiento’, diversos mecanismos cerebrales. Además, dice: en el mantenimiento de los procesos lingüísticos toman parte tanto los más elementales mecanismos fisiológicos del tipo ‘estímulo respuesta’ (E-R) como mecanismos específicos que poseen estructura jerárquica y exclusivamente características para las formas superiores de actividad lingüística.

En contraposición, Chomsky, citado por el mismo Montoya, considera que el idioma es una suerte de computadora que funciona de manera automática, como los procesos de asociación antes de pensar. Plantea la teoría de que el niño tiene una programación genética para el aprendizaje de su lengua materna, desde el instante en que las normas para las declinaciones de las palabras, y la construcción sintáctica de las mismas, están ya programadas genéticamente en el cerebro. Lo único que hace falta es aprender a adaptar esos mecanismos gramaticales al léxico y la sintaxis del idioma materno, que, en el fondo, es una variante de una gramática que es común para todas las lenguas, sin que esto quiera decir que exista -o existió- una "lengua madre universal" de la cual derivan todos los idiomas hasta hoy conocidos.

Sin embargo, es necesario considerar un punto de equilibrio, una teoría ecléctica; tal y como sustenta el mismo Montoya: aparte de las dos teorías mencionadas, se debe añadir la concepción de los "interrelacionistas", quienes consideran que el lenguaje es un producto tanto de factores innatos como adquiridos, ya que el lenguaje depende de impulsos internos y externos, que están determinados de antemano, lo que presupone la preexistencia de sentimientos y pensamientos. Al faltar los conceptos internos -por diversos motivos- falta también la facultad del habla, como en los recién nacidos o en los impedidos mentales. Pero para hablar, además de un contenido psíquico mínimo, hace falta el estímulo externo, el impulso de expresarse y hacer partícipes a los demás de nuestros estados de ánimo. De ahí que el estudio del desarrollo idiomático del individuo es tratado no sólo por la psicolingüística, sino también por la sociolingüística, que estudia cómo el idioma influye y es influido en la interrelación existente entre el individuo y el contexto social, habida cuenta que el lenguaje, además de ser un código de signos lingüísticos, es el acto de expresar ideas y sentimientos mediante la palabra; más todavía, cuando el lenguaje es el primer patrimonio familiar que recibe el recién nacido, a quien le acompaña desde la cuna hasta la tumba, y es la herencia, a veces la única, que transmite a sus descendientes. Y precisamente, esta es la posición asumida en este trabajo.

Por otra parte, Serra; et al (2000:21) plantean resituar algunos asuntos: 1) lo que se entiende por innato, “aquellos aspectos que forman parte del equipo biológico de la especie, ya sean accesibles desde el nacimiento o posteriormente como fruto de la maduración; 2) lo que se entiende por adquirido, “resultado de la interacción con el grupo social y el medio donde se vive”. Y terminan presentando un breve resumen de esta problemática: la tarea que hay que realizar en el estudio de la adquisición del lenguaje consistirá, en primer lugar, en familiarizarse con los factores en juego y con los datos correspondientes, para después resituar aquello que parezca innato y aquello que parezca aprendido, o valorar hasta qué punto parece claro qué es lo que pertenece a uno y otro ámbito, sin concluir, por ejemplo, que por el hecho de que alguna habilidad tenga componentes innatos toda ella lo tenga que ser. En segundo lugar, y mucho más interesante y efectivo, se tratará de revisar los diversos tipos de interacciones durante la adquisición, tanto aquellas que se den en el interior de cada componente del lenguaje, como las que se den entre los diversos componentes, así como las habilidades psicológicas y las condiciones sociales que les dan soporte. De esta forma se dispondrá de una base teórica sólida a partir de la cual adoptar criterios aplicados, tanto en el ámbito de la educación como en el de la intervención en el caso de niños y niñas cuyo aprendizaje se realiza en circunstancias excepcionales.

Así que, según las informaciones anteriores, es necesario asumir el lenguaje como un fenómeno tanto innato como adquirido. Es decir, existen aspectos con los cuales se nacen; heredados, genéticos (como los demostrados por Broca y Wernicke: la lateralización, la comprensión, audición y la articulación del lenguaje); y otros, aprendidos por la interrelación social (como el idioma).

Referencias bibliográficas:

Berko, J. et al (1999) Psicolingüística. Segunda edición. España: McGraw-Hill.

Montoya, V. (2001). Lenguaje y Pensamiento. Sincronía. http://sincronia.cucsh.udg.mx.

Serra, M. et al (2000) La Adquisición del Lenguaje. Barcelona, España: Editorial Ariel, S. A.

 

lunes, 22 de abril de 2013

ADICCIÓN A LOS TELÉFONOS CELULARES

"La dependencia a los teléfonos celulares se está convirtiendo en una adicción", señaló un titular del periódico japonés The Daily Yomiuri. ¿Adicción? El rotativo explicó que, "al parecer, numerosos jóvenes consideran el teléfono una extensión del cuerpo y se desesperan si no lo tienen consigo". Por temor a quedar aislados, lo llevan a todas partes. Si "no reciben ningún mensaje, se agitan e irritan, y comienzan a creer que nadie los necesita". Tal desasosiego hace que respondan al instante a todo mensaje de texto que aparezca en la pantalla, lo cual no suele ser necesario.

Claro está, los teléfonos celulares tienen sus ventajas. En situaciones de emergencia, por ejemplo, han resultado sumamente útiles. Y hasta el uso en circunstancias normales no es malo de por sí, siempre y cuando se emplee de forma razonable. Pero algunos expertos afirman que la "adicción" al celular podría perjudicar las habilidades naturales que facilitan la comunicación. A una profesora de secundaria de Osaka le preocupa que "los alumnos estén perdiendo la capacidad de interpretar las expresiones faciales, la conducta y el tono de voz de los demás, lo que ha generado un aumento en la agresividad infantil, junto con una indiferencia hacia los sentimientos ajenos", declaró el periódico.

El artículo concluyó así: "Parece inevitable que en el futuro aumente la dependencia de los menores a los celulares. La única forma de reducir los efectos negativos de esta tendencia es asegurarse de que los adultos den a los más jóvenes un buen ejemplo al respecto".

"Testigos de Jehová"
wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/102003008

domingo, 21 de abril de 2013

EL BARQUERO INCULTO

Se trataba de un joven erudito, arrogante y engreído. Para cruzar un caudaloso río de una a otra orilla tomó una barca. Silente y sumiso, el barquero comenzó a remar con diligencia. De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:

-Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?
-No, señor-contestó el barquero.
-Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.

Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero:

-Dime, barquero, ¿has estudiado botánica?
-No, señor, no sé nada de plantas.
Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida-comentó el petulante joven.

El barquero seguía remando pacientemente. El sol del mediodía se reflejaba luminosamente sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó:

-Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas, ¿sabes, por cierto, algo sobre la naturaleza del agua?
-No, señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.
-¡Oh, amigo!-exclamó el joven-. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.

Súbitamente, la barca comenzó a hundirse. No había forma de sacar tanta agua y la barca cada vez se hundía más. Entonces, el barquero preguntó al joven:

-Señor, ¿sabes nadar?
-No-repuso el joven.
-Pues me temo, señor, que has perdido toda tu vida.

Ramiro de la Calle (101 Cuentos Clásicos de la India)
LA NAVAJA DEL VISIR

Había una vez un pobre hombre que, debido a la perfección de su trabajo, llegó a ser barbero del sultán de Fez, quien le tenía cariño y confiaba en él. Pero el sultán tenía un visir que estaba celoso del barbero.

"Aun tratándose de un barbero", se decía a sí mismo el visir, "el sultán le demuestra más aprecio que a mí. ¿Qué impide que un buen día me mande de paseo y ponga al barbero en mi lugar?"

Semejante cosa no le hacía ninguna gracia al visir, quien aspiraba a ser nombrado sultán a la muerte de su señor. Así pues, un día, cuando el barbero abandonaba el palacio lo llamó:

- Nunca he tenido ocasión de ver la navaja y las tijeras que utilizas. Supongo que no usarás las mismas con Su Majestad que con el resto de la gente.

- No, claro que no -contestó el barbero- Me reservo una navaja y unas tijeras especiales para el sultán: las mejores que tengo. -Y abrió su estuche para enseñárselas al visir.

El visir miró la navaja con rostro ceñudo.

- ¿No te da vergüenza utilizar una navaja tan corriente para la cabeza de Su Majestad?

- ¡Ay de mi! -sollozó el barbero-. Soy un hombre pobre. Pero es una buena navaja, la mejor que tengo...

El visir le puso las manos sobre los hombros en actitud amistosa:

-Amigo mío, toma esta hermosa navaja con mango de oro y piedras incrustadas: es más digna de afeitar la cabeza de Su Majestad.

El barbero desbordaba gratitud.

Al día siguiente, el sultán se fijó en la magnífica navaja nueva. En cambio, al barbero le llamaron la atención las palabras bordadas en la toalla que el sultán tenía sobre los hombros: "Nunca actúes con precipitación, piensa primero". Y empezó rumiarlas mientras sus dedos friccionaban la cabeza de Su Majestad. Luego, dejó adrede la navaja nueva y cogió la nueva para afeitar a su señor.

-¿Por qué no usas esa hermosa navaja nueva? -le preguntó el sultán.

-Esperad un momento -respondió el barbero. Y concluyó en silencio el afeitado del sultán-. Es verdad que traje esa navaja nueva para afeitar vuestro cráneo, pero entonces leí las palabras bordadas en la toalla y pensé: "¿Para qué voy a cambiar de navaja, si sé que la antigua va bien y, en cambio, no sé como va la nueva?"

-¿Cómo llegó a tus manos? -preguntó el sultán. Y el barbero le contó toda la historia.

El sultán, mesándose su recién rizada barba, mandó llamar al visir.

-Me parece... -dijo el sultán mirando atentamente el rostro del visir-; me parece, amigo mío, que te haces falta un afeitado:

-Digáis lo que digáis, siempre tenéis razón, señor -le contestó el visir-: Pero me han afeitado esta misma mañana.

-No importa -insistió el sultán-. Sigo pensando que necesitáis un afeitado. Mi amigo te lo hará.

El visir se sentó y el barbero le enjabonó la cabeza. Luego cogió su nueva navaja para afeitarlo.

-¡No! -exclamó el sultán-. Esa vieja navaja no es digna de afeitar la cabeza de un súbdito tan leal. Coge la navaja nueva.

El barbero obedeció; pero, al afeitar al visir, le hizo un pequeño rasguño en el cuero cabelludo. Al instante, el visir fue víctima de temblores y paroxismos y, al poco, expiró. El filo de la navaja estaba envenenado.

Poco después, el sultán nombró visir al barbero.

Richard Hughes  (En el regazo del Atlas)